Un profesional de la salud de Michigan fue testeado tantas veces para ver si tenía carga viral de Covid-19, que desarrolló una adicción a estos métodos y ahora no puede vivir sin hacerse, aunque sea, uno o dos por día. La vida del doctor Richard Delgado cambió el día en que, tras levantarse con tos y concurrir a trabajar al Edsel Ford Memorial Hospital donde estaba a cargo de un servicio, se le hizo un test de coronavirus que dio positivo. El profesional fue aislado y todo su entorno fue testeado, pero ninguno dio positivo. El médico aseguraba sentirse bien, por lo que fue nuevamente testeado, y esta vez dio negativo y pudo volver a trabajar. Sin embargo, la tos continuó y la directora del hospital lo envió a hacer un tercer testeo que volvió a dar positivo. Delgado apeló el resultado del test ante la Justicia, que lo citó y le efectuó una nueva prueba que estableció que el médico no sufría de coronavirus. Sin embargo, los síntomas continuaron y personal del sistema de salud estadual tomó cartas en el asunto: volvió a testear al médico y la prueba dio positiva. La polémica estalló y el gobernador mandó a realizarle nuevos estudios. Los test se sucedían y en total, Delgado fue objeto de unas 235 pruebas con sus testeos de sangre con dedos pinchados hasta el infinito y dolorosos hisopados. Finalmente, pasaron los quince días que se supone se tarda el Covid en evidenciarse y el tema fue desestimado, pero el médico desarrolló una adicción a estos testeos, sin los cuales sufre de síndrome de abstinencia y debe realizarse, como mínimo, uno o dos al día. El profesional demandará al estado de Michigan para que le pague el tratamiento de desintoxicación y le proporcione los tests diarios que precisa hasta tanto la adicción haya cedido. El caso repercute en Mar del Plata, donde se dieron varios falsos positivos y se cree que muchos ciudadanos estarían desarrollando la misma adicción que Delgado. Una secuela no prevista del virus, que parece presentarse con múltiples facetas.
