Un estudio revela que las medidas de higiene demandadas para hacer frente al coronavirus han resultado ampliamente exitosas. El lavado frecuente de manos, la desinfección de superficies, ropas y calzados, si bien no han logrado frenar la pandemia, han hecho que muchos otros virus, bacterias y elementos patógenos, prácticamente hayan dejado de circular. Es decir, que para este año se esperan muchos menos casos de otras enfermedades, algunas igualmente dañinas como el Covid-19.
La buena noticia tiene un correlato desgraciado, y es que, tarde o temprano nuestros organismos van a desarrollar anticuerpos específicos para el covid, pero la extremada especialización del sistema inmunológico hará que éste, al no verse amenazado por otros factores, produzca cada vez menos anticuerpos para otras enfermedades con menor circulación, lo cual producirá un efecto aterrador: vencido el covid, podríamos empezar a morir por la escasa variedad genética de los patógenos que pueden atacarnos. "El ser humano debe poder morir de múltiples causas", detalla Elliot Goorman, de la Universidad de Ontario, "si sólo logra repeler una de las causas, terminará muriendo porque su sistema inmune no logrará reconocer como enemigas a las demás amenazas". La gravedad de la situación es digna de ser tenida en cuenta: los investigadores sostienen que los pueblos originarios de América en el siglo XVI estaban expuestos a un determinada cantidad de patógenos, y cuando los europeos llegaron a sus playas, los nativos sencillamente empezaron a caer como moscas por la mayor diversidad genética de los virus y bacterias que los conquistadores podían resistir. Científicos de la Universidad de West Virginia sostienen que una buena dosis de antiguos virus muertos podría mezclarse entre los desinfectantes de uso cotidiano y esparcirse así en los lugares que todos frecuentamos para poder resetear al sistema inmunológico.