Personalidades de todos los sectores insisten en denunciar a los abusadores que conviven en la sociedad. Relatos descarnados de personas que fueron obligadas a tener relaciones sexuales con imprevisibles consecuencias para sus psiquis, recorren los medios de todo el país a toda hora. La sensación en muchas personas de que se viene una Revolución sin precedentes en la historia de nuestro país, cala cada vez más hondo. Sin embargo, el abusador mayor permanece impune y con muy buena imagen entre sus víctimas que aún no alcanzan a sentarse para observar los daños de la brutal deconstrucción.
Mauricio Darthés, el que endeuda a cien años, reprime, elimina lugares de estudio, genera inflación, cierra fábricas y pymes, recorta subvenciones y planes, se queda con vueltos, le baja la jubilación a los viejos, perdona deudas a su familia y te mete los deditos bien adentro, es aclamado por una sociedad que planea reelegirlo en pocos meses más, escondiendo detrás de la neblina sus abusos para que no pierda protagonismo el tema de la denuncia de abusos. Los votantes de
Mauricio sostienen que
"hay que dejarlo abusar", y se enfrentan a los kirchneristas al grito de
"no abusan más". Sociólogos consultados admiten que somos un país
"muy valiente al momento en que nos tocan el orto y se frotan la chota contra el mismo", pero que no tendríamos el mismo valor para denunciar
"el momento en que nos tocan el orto y se frotan la chota contra el mismo". Una tercera teoría destacaría que, pese a cualquier aproximación razonable, nos gusta que nos froten por la cara y por las partes la chota venosa y lista a fluir su lava blanca porque así seríamos elogiados por los principales violadores del mundo reunidos en el
V-20.
