Los allanamientos a las propiedades de Lázaro Báez en la provincia de Santa Cruz han arrojado resultados impresionantes. Uno de los procedimientos fue el que se realizó en la cochera del testaferro K, en el que se secuestraron varias 4x4, un Falcon, una coupé Dodge Polara, un Fiat 128 y un lujoso deportivo marca Audi, testigos de la vida de lujos y excesos que llevaba el empresario K. Todos los autos fueron llevados detenidos a dependencias que la fiscalía de Marijuan dispuso en la provincia patagónica. Precisamente, este último auto -el Audi- declaró ante la justicia y manifestó "sentirse arrepentido", al tiempo que hizo importantes revelaciones sobre "La ruta del dinero K". El juzgado dispuso guardarlo en una cochera individual y echarle diez litros de Infinia. Pero según trascendió, el Audi, que declaró acogiéndose al Programa de Protección de Testigos, habría complicado la situación de Báez. El auto habría asegurado que el perverso colaborador K "transportaba dinero en su baúl", razón por la cual el fiscal Marijuan emitió un exhorto a la empresa alemana Audi para que determine fehacientemente cuánto dinero puede transportarse en el baúl de uno de estos autos. Las declaraciones del Audi cuestionarían, además, a todos los hijos de Lázaro Báez, a su mujer, a su madre y a su abuela, sobre quienes fuentes judiciales advirtieron que, pese al secreto de sumario, "no se comprende cómo todavía no están detenidos". Según trascendió, el testimonio del Audi habría salpicado a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y a su hijo, Máximo, que quedarían a un paso de ser citados a declarar y ser imputados por Traición a la Patria en concurso con robo desenfrenado llevado a cabo en banda y en situación de indefensión de los perjudicados en grado de tentativa y concretado en evidente aprovechamiento de la situación de funcionarios públicos y configurando asociación ilícita. Al cierre de esta edición, los perros de la Policía Federal buscaban rastros de químicos utilizados para imprimir billetes en los baúles de los autos secuestrados. Se estima que por el baúl de la Dodge Polara habrían circulado millones de dólares que no se destinaban a pagarle a Paul Singer.
